martes, 27 de abril de 2010

Hoy nos hemos reunido en torno a la figura de Georges Simenon.
Cinco habían leído el señalado por Gloria, "La mirada de la inocencia", y otros "El difunto filántropo", "Maigret y el tercer hombre" y "El caso Saint-Fiacre"
Esto nos ha servido para ver las similitudes de la narrativa del escritor belga.

El próximo encuentro,y último por este curso, será el 25 de mayo, ese día hemos pensado ir a comer todos a un restaurante cercano, que ya avisaremos con tiempo.

La obra a leer para dicho día es "El perro de terracota" de Andrea Camilleri.


Os dejamos un enlace a un blog muy interesante, que nos indicaba esta mañana José María, en él se habla precisamente de esta obra, es  Apostillas Literarias de Magda Díaz Morales.


sábado, 24 de abril de 2010

Georges Simenon


En estos días de lecturas tan "maigretianas" es bueno conocer la descripción que hace Georges Simenon de tan personal comisario de policía. 



Maigret tiene entre 45 y 5o años. Nació en un  castillo, en el centro de Francia, en el que su padre ocupaba el cargo de administrador. Es, pues, de origen campesino, robusto y fornido, pero posee cierta educación (…). Su vida privada es muy tranquila. Tiene una esposa dulce, rolliza, tierna y sencilla, que lo llama respetuosamente Maigret ( de tal manera que todo el mundo terminó por olvidar su ridículo nombre, Jules). Ella mantiene su hogar minuciosamente limpio, le prepara suculentos guisos, le cuida las heridas, jamás se impacienta cuando él permanece muchos días fuera de casa, soporta con indulgencia sus altibajos. Le horrorizan los cambios y vive desde hace veinte años en el mismo piso, en un barrio ni rico ni pobre, de modestos trabajadores.
Maigret es bastante grueso, plácido, fuma en pipa con cortas y golosas bocanadas, le gusta comer bien, y también beber: a veces cerveza, a veces tragos cortos de buenos aguardientes. Le gusta deambular por las calles y sentarse en la terraza de algún café.
Un caso criminal nunca es para él un caso más o menos científico, un problema abstracto. Es tan sólo un caso humano. Le gusta husmear el rastro dejado por un hombre como un perro de caza olfatea una pista. Quiere comprender. Se mete en la piel de sus personajes, de quienes, poco antes de verlos por primera vez, lo desconoce todo, y cuando hay un crimen, necesita averiguar hasta los más pequeños detalles. Otorga mucha importancia al ambiente en el que viven. Cree firmemente que determinado gesto no habría sido el mismo en un ambiente distinto, que un carácter evolucionaría de otra manera en cualquier otro barrio.
Es lento, pesado, paciente. Espera el déclic. El déclic, al que se refieren con afectuosa y respetuosa ironía sus colegas, es el momento en que Maigret, empapado de un ambiente y de los personajes a los que acaba de seguir paso a paso durante horas, días y semanas, consigue por fin pensar y sentir como ellos. (…)
Se sirve de los inspectores de su brigada, pero siempre prefiere acudir él, en persona, al lugar indicado, seguir él mismo los rastros, hacer vigilancias y diligencias que muchos considerarían incompatibles con su cargo. Quiere husmear a las personas y los lugares por sí mismo, hurgar por todas partes; aunque en ocasiones se siente descorazonado, nunca pierde la paciencia, y muchas veces se le podría creer borracho o dormido precisamente en el momento en que está más despierto.
Odia la maldad deliberada, odia a los hombres que impregnan el mal de sangre fría, y se muestra feroz con la hipocresía. Por el contrario, es indulgente para con las faltas que son fruto de las debilidades de la naturaleza humana. Un joven o una joven que van por mal camino le inspiran no sólo piedad, sino irritación contra su suerte o contra la organización social que está en el origen de esa mala orientación.
A veces incluso olvida que es un instrumento de la ley y ayuda a determinados culpables a escapar a un castigo que considera exagerado. Cuando puede, intenta, como en sus sueños juveniles, remendar los destinos. Lo cual le crea frecuentemente conflictos con sus superiores y sobre todo con los magistrados, que juzgan a los hombres tan sólo a la luz de los textos de las leyes (…)”.

jueves, 8 de abril de 2010

lectura de abril

Debido a la dificultad para encontrar Callejón sin salida  de George Simenon, hemos cambiado esta novela por La mirada del inocente, del mismo autor. En La Casa del Libro (Passeig de Ruzafa, perpendicular a Colón) me han prometido pedir 10 ejemplares, que podréis adquirir en el mostrador principal diciendo mi nombre. Ya os avisaré para que paséis a por ellos los que estéis interesados, pero si tenéis dificultades y queréis leer otra novela de Simenon (aún deben de quedar en bibliotecas o rincones de librerías), podéis hacerlo pues lo importante no es la historia criminal que se cuenta, sino la atmósfera y la personalidad de los personajes. Si ocurriera eso-que se leyeran novelas diferentes del mismo autor- sería un debate distinto a otros, pero sin duda enriquecedor para todos. Esperemos que esto se resuelva felizmente. Gloria B.

miércoles, 7 de abril de 2010

nueva lectura

Me he dado por enterada de que ell ibro elegido no está disponible, así que me daré una vuelta por las librerías para elegir otro y os lo comunicaré mañana por correo  y en el blog. GLORIA B

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